“Hoy os voy a dar muchas malas noticias, pero voy a empezar con una buena: ganaremos esta lucha”

La politóloga y activista Susan George es una de las cada vez más numerosas voces que se levantan para advertir de los peligros del Acuerdo Transatlántico sobre Comercio e Inversión

“Hoy os voy a dar muchas malas noticias, pero voy a empezar con una buena: ganaremos esta lucha”. Así empezaba la politóloga y activista Susan George su conferencia sobre el Acuerdo Transatlántico sobre Comercio e Inversión (ATCI, o TTIP en sus siglas inglesas) que pronunció en Bilbao el pasado mes de marzo. “Este acuerdo –continúa George– es un asalto a la democracia, a la clase trabajadora, al medio ambiente, a la salud de la ciudadanía y al bienestar”.

Susan George es una de las cada vez más numerosas voces que alertan del grave peligro que supone este plan, que se está impulsando desde las altas instancias financieras y políticas de Europa y los Estados Unidos. A pesar del silencio de los medios de comunicación de masas sobre el tema, este empieza a hacerse un lugar entre las preocupaciones de millones de ciudadanos de todo el mundo. Un crecimiento de conciencia que, según George, es imprescindible para derrotar a los impulsores del ATCI: “Para conseguir la victoria, debemos utilizar la estrategia del vampiro: sacar a la luz lo que se está negociando, para matar su plan”. Por eso, a continuación, ofrecemos un breve resumen sobre los detalles del ATCI, a fin de poner un poco de luz en un tema bastante oscuro.

¿Qué es? • El Acuerdo Transatlántico sobre Comercio e Inversión es el nuevo modelo de tratado de libre comercio que se está negociando entre la Unión Europea (UE) y los Estados Unidos (EE. UU.) desde junio de 2013, con la intención de crear la mayor zona de libre comercio del mundo.

¿Por qué ahora? • Los EE.UU. y la UE están perdiendo poder económico y político, y otros países, especialmente China, los están desplazando como economías, exportadores y proveedores de inversión extranjera directa. El ATCI pretende, por lo tanto, consolidar los intereses geopolíticos y recuperar el poder y el protagonismo de las dos potencias, de modo que declara una guerra comercial a países terceros.

¿Quién y cómo lo está negociando? • De manera formal, por parte de la UE es la Comisión Europea quien tiene el mandato de hacer las negociaciones, y de la otra parte es el propio Gobierno de los EE. UU. Sin embargo, desde el inicio de las negociaciones, son los grandes lobbies empresariales de un lado y del otro los que presionan y participan de manera activa en ellas, que tratan sobre la industria automovilística, farmacéutica y agroalimentaria, empresas de servicios, bancos, fondos de inversión…

Las negociaciones, además, se están llevando a cabo de espaldas a la población, y presentan un alto carácter secreto sobre su contenido; a todo ello se añade que la sociedad civil no participa en este proceso y que apenas ha sido consultada sobre la cuestión. Por otro lado, hay incluso mucha desinformación hacia los Gobiernos de los países de la propia UE.

¿Qué regulará? • Dado que los aranceles entre la UE y los EE. UU. ya son muy bajos, este nuevo modelo de tratado se centra en la liberalización de todos los sectores y en conseguir una armonización legislativa, es decir, unificar leyes a ambos lados del Atlántico para reducir los costes y los “retrasos innecesarios” para las corporaciones. 

Un capítulo especialmente polémico es el de la protección de las inversiones, por el cual cualquier inversor privado internacional puede desafiar, ante tribunales internacionales poco transparentes, cualquier legislación (ambiental, laboral o social) que interfiera en sus beneficios. Por ejemplo, una moratoria al fracking (técnica muy contaminante de extracción de petróleo o gas) o una regulación sanitaria de sustancias tóxicas pueden ser objeto de demandas a los Gobiernos.

¿Qué supondrá? Se profundizará en los recortes en los derechos laborales, justificados por la reducción de costes y basados en la política antisindical de los EE. UU. (que no han ratificado los convenios de la Organización Internacional del Trabajo) y en las reformas laborales impuestas por la troica [enlace a www.troikaparty. eu / ca] (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional).

La liberalización de cada vez más sectores económicos intensificará las privatizaciones de servicios públicos, cuyas consecuencias ya son conocidas. La armonización legislativa a la baja, aplicando la legislación más beneficiosa para las grandes corporaciones, tendrá los siguientes efectos:

En cuanto a políticas ambientales y del derecho a la salud, entre otras cosas, se flexibilizará el uso del fracking, se aumentará la producción y venta de transgénicos, y se incrementará el uso de toxinas y sustancias peligrosas, que cuentan con legislación más favorable en los EE. UU. La agroindustria se verá, pues, favorecida en detrimento de las pequeñas explotaciones, más sostenibles, y, por lo tanto, se resentirán la soberanía alimentaria y la calidad en la alimentación.

Con respecto a la propiedad intelectual y al uso de Internet y su acceso, se aplicaría la legislación norteamericana, que facilita la vigilancia cibernética y el acceso a datos personales, y pena el hecho de compartir archivos en la red. Además, se blindarían las patentes, de modo que se reduciría, por ejemplo, la posibilidad de acceso a medicamentos genéricos.

Y a todo esto se añadiría, por medio de los mecanismos de protección de las inversiones y para beneficio del gran capital, el hecho de que los Gobiernos estarían limitados para poner en marcha las políticas públicas sociales y ambientales destinadas a proteger a la ciudadanía.

La lucha

Frente a estos planes, Susan George se dirige al auditorio que llena la sede bilbaína del sindicato ELA y se pregunta: “¿Qué es esta Comisión Europea que firma todo esto? ¿Creen que todo esto es bueno o no se atreven a plantar cara a los EE. UU.? ¿Son necios o son fuerzas antidemocráticas a las que no importa nada de todo esto?” George se responde a sí misma: “La única respuesta posible ante este ataque es levantarse de la mesa, cerrar la puerta y dejar la silla vacía”.

Alguien ha filtrado estos documentos…

El viernes 13 de junio por la mañana tres medios publicaban una serie de documentos altamente confidenciales sobre el desarrollo de las negociaciones del ATCI. Estos tres medios –eldiario.es, Diagonal y La Marea– participan en la plataforma de filtración de documentos secretos Fíltrala, gracias a la cual tuvieron acceso a una parte de la negociación silenciosa del ATCI. “El plan secreto para dar entrada a los EE. UU. en el negocio de los servicios públicos de Europa”. Teniendo en cuenta que el secretismo que rodea todo el plan es enorme, se trata de una filtración importante. Sami Naïr, exasesor del Gobierno de Lionel Jospin y europarlamentario entre 1999 y 2004, ha intentado seguir de cerca el desarrollo de este acuerdo, pero no lo ha conseguido. “Las negociaciones –explica– se están llevando a cabo a con mucho secretismo, los acuerdos no se están haciendo públicos”. En Francia, el Senado ha instado formalmente a que se informe sobre esta cuestión, “pero el Gobierno no hace caso”. Según Naïr, “se trata de una estrategia consciente de desinformación”. En este entorno de ocultismo, la publicación de los tres documentos filtrados a través de Fíltrala son una ventana abierta al funcionamiento de las negociaciones referentes al ATCI. Estos documentos pueden consultarse en:

www.eldiario.es | www.lamarea.com | www.diagonalperiodico.net

Los medios se hacen los desentendidos con las filtraciones sobre las condiciones secretas del TTIP

Media.cat evidencia el silencio sobre la información relacionada con el tratado 

El viernes la plataforma de denuncia ciudadana Filtrala publicaba algunos de los compromisos secretos de la Asociación Transatlántica el Comercio y la Inversión (ACTI o TTIP, según sus siglas inglesas, como es más conocida), entre la Unión Europea y los EEUU. Según los documentos filtrados la Unión Europea ha listado los campos en los que está dispuesta a negociar una flexibilización de las normativas de protección y se incluyen servicios públicos como la educación, la sanidad o el agua potable. 

Filtrala –igual que Wikileaks– es una herramienta informática que permite a los ciudadanos que crean tener a su alcance información secreta que puede afectar el funcionamiento básico de la democracia o el bienestar de la ciudadanía, filtrarla de forma segura y anónima. La información que llega es gestionada por cuatro medios de forma cooperativa: ElDiario.es, La Marea, Diagonal y Mongolia. 

Naturalmente estos medios han sido los primeros en publicar la exclusiva el mismo viernes, pero 72 horas más tarde, apenas siguen siendo los únicos en hacerse eco de una documentación que en sólo pocos meses puede significar importantes cambios en muchos aspectos de nuestra vida cotidiana. La noticia sólo ha sido posible encontrarla en blogs y algunos digitales, pero no a ningún gran medio, aunque en algunos casos sí en sus blogs asociados. 

En cambio el Financial Times sí dedicó su portada de la edición digital del viernes a este asunto. 

El desinterés mediático por el TTIP –que hace meses que se negocia– ya viene de lejos y fue analizado por Mèdia.cat el pasado octubre. 

El silenciamiento no sólo se circunscribe a las últimas filtraciones. Hace sólo una semana el Partido de la Izquierda Europea –al que en nuestro país pertenecen Izquierda Unida, EUiA y Podemos– anunció el inicio de una campaña continental contra el TTIP. A pesar de que las principales agencias de noticias recogieron la información y publicar el teletipo, éste no ha tenido prácticamente ningún eco. 

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